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Ayuda En Casos De Crisis

Los padres, maestros y otros cuidadores desempeñan un papel fundamental a la hora de ayudar a los niños a enfrentar las crisis, a menudo ignorando sus propias necesidades en el proceso. No obstante, los cuidadores deben cuidar muy bien de sí mismos para poder prestar asistencia a los niños a su cargo.

1. Es un instinto natural de los padres y otros adultos cuidadores dejar de lado sus necesidades personales para garantizar la seguridad y el bienestar de los niños a su cuidado. Es de extrema importancia, sin embargo, que los cuidadores analicen sus propias reacciones y atiendan sus propias necesidades, ya que de lo contrario esto podría provocar estrés y agotamiento. Esto es especialmente cierto para situaciones de crisis en las que los sistemas de apoyo y las rutinas normales se han visto gravemente afectados y cuya recuperación llevará un largo tiempo.

2. El agotamiento interfiere con nuestra capacidad para brindar apoyo en tiempos de crisis e intervención asistencial. Esto puede darse en el período posterior a una crisis inmediata como un desastre natural o un ataque terrorista y también durante largos períodos de estrés y ansiedad como la guerra.

3. Además del agotamiento, los cuidadores pueden también experimentar trauma o estrés secundario provocado por el conocimiento de la experiencia traumática de otro o por tener que ayudar a alguien que ha sido directamente afectado por dicha tragedia.

4. Si bien todo cuidador puede mostrar signos y síntomas de estrés y trauma secundario, aquellos que tienen su propia historia previa de trauma psicológico, pérdida y duelo, trastornos mentales (incluido el abuso de sustancias), o que carecen de recursos familiares y sociales serán más vulnerables a estas cuestiones.

5. Los cuidadores experimentan con frecuencia algunas reacciones después de una crisis; sin embargo, otros pueden garantizar la supervisión o el apoyo profesional. Estas incluyen las siguientes:
a. Reacciones cognitivas como incapacidad para dejar de pensar sobre la crisis, pérdida de objetividad, incapacidad para tomar decisiones, o incapacidad para expresarse verbalmente o en forma escrita.
b. Reacciones físicas como fatiga crónica y cansancio, problemas gastrointestinales, dolores de cabeza y otros malestares y dolores, pérdida de apetito, o dificultad para dormir.
c. Reacciones emocionales como excesiva preocupación o angustia, adormecimiento, irritabilidad, enojo o cólera, pensamientos o sueños angustiantes, pensamientos suicidas o depresión profunda. 
d. Reacciones sociales o conductuales como el abuso de alcohol y de sustancias, interrupción del vínculo con los seres queridos, o incapacidad para completar o cumplir con las responsabilidades habituales del trabajo.

6. Todos los cuidadores deben tener en cuenta las siguientes sugerencias para evitar el agotamiento:
a. Cuidado físico personal. Mantener hábitos alimenticios saludables y beber abundante agua; limitar el consumo de alcohol u otras sustancias; dormir lo suficiente.
b. Cuidado emocional personal. Conocer sus propias limitaciones; reconocer que sus reacciones son normales y frecuentes entre los cuidadores, hasta para muchos profesionales con vasta experiencia en resolución de crisis.
c. Cuidado y conexión social. Mantener rutinas diarias habituales; conectarse con familiares o amigos de confianza; conectarse con comunidades de ayuda sistémica como su escuela o congregación; procesar o hacer un informe de los acontecimientos al final de cada día con otros cuidadores o colegas. Esto es especialmente importante para los que prestan asistencia en situaciones de crisis. d. Recursos de apoyo adecuados. Reconocer que usted y su familia pueden necesitar ayuda adicional. Tener acceso a recursos de asistencia en situaciones de crisis que brindan los servicios voluntarios y comunitarios, incluida la asistencia de salud mental, emocional y social.
e. Sistemas/procedimiento del cuidado. Propugnar y establecer límites sobre la cantidad de respuestas consecutivas; promover políticas que permitan a los que prestan asistencia en situaciones de crisis alejarse de una respuesta si la crisis golpea muy cerca de casa; garantizar que los líderes de equipos de gestión de crisis establezcan un ambiente de apoyo que promueva la atención personal.

 

Ver Atención para el cuidador: Directrices para administradores y equipos de gestión de crisis para recibir información adicional para el personal de escuelas, ver:
http://www.nasponline.org/resources-andpublications/resources/school-safety-and-crisis/care-for-caregivers/care-for-the-caregiverguidelines-for-administrators-and-crisis-teams.

El suicidio es la segunda causa principal de muerte entre jóvenes en edad escolar. Sin embargo, el suicidio puede evitarse. Los jóvenes que considera el suicidio tienen dudas genuinas sobre la muerte y con frecuencia muestran señales de advertencia con respecto a su angustia. Los padres, los maestros y los amigos se encuentran en una posición clave para detectar estas señales y ayudarlos. Lo más importante es nunca tomar estas señales de advertencia a la ligera ni prometer guardar el secreto. Cuando todos los adultos y los estudiantes de la comunidad escolar se comprometen a hacer de la prevención del suicidio una prioridad, y están facultados para tomar medidas correctivas, podemos ayudar a los jóvenes antes de que tengan comportamientos con consecuencias irreversibles.
 

Factores de riesgo del suicidio
Si bien están lejos de ser indicadores perfectos, hay ciertas características asociadas con un mayor riesgo de tener pensamientos suicidas. Estas incluyen las siguientes:

 Enfermedad mental, incluida la depresión, trastornos de comportamiento y abuso de sustancias.
 Intentos anteriores de suicidio.
 Automutilación no suicida.
 Impulsividad.
 Desesperanza.
 Estrés familiar, disfunción, antecedentes de enfermedad mental o suicidio en la familia.
 Riesgos ambientales, incluida la presencia de armas de fuego en el hogar.
 Crisis situacionales (p. ej., pérdida; acoso escolar con base en el género; crisis académica o disciplinaria en la escuela; pelea con los padres; ser testigo o víctima de violencia familiar).

 

Señales de advertencia de suicidio

La mayoría de los jóvenes suicidas demuestran comportamientos observables que indican su pensamiento suicida. Estos incluyen los siguientes:
 Amenazas suicidas en forma de declaraciones directas (“Voy a suicidarme”) e indirectas (“Quisiera poder quedarme dormido y no volver a despertar”).
 Notas y planes suicidas.
 Hacer arreglos finales (p. ej., hacer arreglos para el funeral, escribir un testamento u obsequiar posesiones preciadas).
 Expresar preocupación por la muerte por escrito, en dibujos, en Internet o las redes sociales.
 Cambios de comportamiento, apariencia, pensamientos y/o sentimientos.

 

Qué hacer

Es probable que los jóvenes que tengan sentimientos suicidas no busquen ayuda de manera directa; sin embargo, los padres, el personal de la escuela y los compañeros pueden reconocer las señales de advertencia y tomar medidas inmediatas para mantener al joven seguro. Cuando un joven muestra señales de que puede estar considerando el suicido, deben tomarse las siguientes medidas:
 Conservar la calma.
 Preguntarle al joven de manera directa si está considerando el suicidio (p. ej., “¿Estás considerando suicidarte?”).
 Enfocarse en su preocupación por su bienestar y evitar ser acusatorio.
 Escuchar.
 Asegurarle que existe ayuda y que no se sentirá de esa manera para siempre.
 No juzgar.
 Proporcionar supervisión constante. No dejar al joven solo.
 Eliminar los medios con los que podría dañarse.

 Tomar medidas y obtener ayuda: nunca se debe acordar guardar los pensamientos suicidas de un joven en secreto. En su lugar, se debe informar a un adulto cuidador adecuado, como un padre, un maestro o al psicólogo escolar. Los padres deberían buscar ayuda en los recursos de salud mental de la comunidad o la escuela lo antes posible. El personal de la escuela debería llevar al estudiante ante el administrador o profesional de salud mental empleado por la escuela.
 

El papel de la escuela en la prevención del suicidio

Los niños y adolescentes pasan una gran parte de su día en la escuela, bajo la supervisión del personal de la escuela. La prevención eficaz del suicidio y de la violencia está integrada con servicios de apoyo de salud mental, involucra a toda la comunidad escolar y se incluye en un clima escolar positivo a través de expectativas de comportamientos por parte de los estudiantes y una relación de comprensión y confianza entre el estudiante y el adulto. Por lo tanto, es fundamental que todos los miembros del personal de la escuela estén alertas y familiarizados con los factores de riesgo y las señales de advertencia del comportamiento suicida. Todo el personal de la escuela debería trabajar para crear un entorno en el que los estudiantes se sientan seguros de compartir información. Los psicólogos escolares y otro personal del equipo de respuesta a crisis, incluido el consejero escolar, el trabajador social, la enfermera y el administrador de la escuela, están capacitados para intervenir cuando se identifica a un estudiante en riesgo de suicidio. Estas personas realizan evaluaciones de riesgo de suicidio, advierten/informan a los padres, proporcionan recomendaciones y derivaciones a servicios comunitarios y, con frecuencia, proporcionan asesoramiento y apoyo de seguimiento en la escuela.
 

Notificación a los padres y participación
Incluso si se considera que un joven corre un riesgo bajo de comportamiento suicida, las escuelas pueden pedirles a los padres que firmen un formulario de documentación en el que se indique que se ha proporcionado información relevante. Las notificaciones a los padres deben documentarse. Además, los padres son miembros fundamentales de una evaluación de riesgo de suicidio, ya que con frecuencia cuentan con información importante para hacer una evaluación de riesgo adecuada, incluidos antecedentes de enfermedad mental, dinámica familiar, eventos traumáticos recientes y comportamientos suicidas anteriores.
Una vez que la escuela notifica a los padres sobre el riesgo de suicidio de su hijo y proporciona información de referencias, es responsabilidad de los padres buscar ayuda de salud mental para su hijo. Los padres deben hacer lo siguiente:
 Continuar tomando las amenazas en serio: el seguimiento es importante, incluso si después el joven se calma o informa a los padres que “no lo decía en serio”. Evite asumir que el comportamiento simplemente se debe a que quiere llamar la atención (pero al mismo tiempo evite reforzar las amenazas suicidas; p. ej., al permitir que el estudiante que amenazó con suicidarse conduzca después de que se le había negado acceso al automóvil).
 Acceder al apoyo escolar: si los padres no se sienten cómodos buscando ayuda a través de las referencias, le pueden dar permiso al psicólogo escolar para que se comunique con la agencia de referencia, brinde información de referencia y realice el seguimiento de la visita.
 Mantener comunicación con la escuela: después de esa intervención, la escuela también proporcionará apoyo de seguimiento. Su comunicación será importante para garantizar que la escuela sea el lugar más seguro y cómodo para su hijo.

 

Factores de la capacidad de recuperación
La presencia de factores de la capacidad de recuperación puede disminuir el potencial de que los factores de riesgo conduzcan a tener ideas y comportamientos suicidas. Una vez que se considera que un niño o un adolescente están en riesgo, las escuelas, las familias y los amigos deberían trabajar para generar y reforzar estos factores en torno al joven. Estos incluyen los siguientes:
 Respaldo y cohesión familiar, incluida una buena comunicación.
 Apoyo de los compañeros y de redes sociales cercanas.
 Conexión con la escuela y la comunidad.
 Creencias culturales y religiosas que desalienten el suicidio y promuevan una vida saludable.
 Habilidades de adaptación y para resolver problemas, incluida la resolución de conflictos.
 Satisfacción con la vida en general, buena autoestima y razón de ser.
 Fácil acceso a recursos médicos y de salud mental eficaces.

 

Recursos de la NASP disponibles en línea
La Asociación Nacional de Psicólogos Escolares (National Association of School Psychologists, NASP) cuenta con varios recursos disponibles para ayudar a familias y educadores a prevenir el suicidio juvenil. Se puede acceder a ellos visitando www.nasponline.org. Además, la NASP ha publicado varios capítulos que se relacionan directamente con este tema. Se puede encontrar información en el sitio web de la NASP.
Otros recursos en línea
-Academia Americana de Psiquiatría de Niños y Adolescentes (American Academy for Child and Adolescent Psychiatry), www.aacap.org
-Asociación Americana de Suicidología (American Association of Suicidology), http://www.suicidology.org
-Alianza de Apoyo a Personas con Depresión y Trastorno Bipolar (Depression and Bipolar Support Alliance, DBSA), www.dbsalliance.org
-Programa Light for Life, http://www.yellowribbon.org/
-Alianza Nacional de Acción para la Prevención del Suicidio (National Action Alliance for Suicide Prevention), http://actionallianceforsuicideprevention.org/
-Instituto Nacional de Salud Mental, Recursos para la Prevención del Suicidio (National Institute of Mental Health Suicide Prevention Resources), http://www.nimh.nih.gov/health/topics/suicide-prevention/index.shtml
-Asociación Nacional de Salud Mental (National Mental Health Association), www.nmha.org
-Línea Nacional de Prevención del Suicidio (National Suicide Prevention Lifeline), http://www.suicidepreventionlifeline.org/ ---------Programa SOS de Prevención del Suicidio en las Escuelas Secundarias (S.O.S High School Suicide Prevention Program), http://www.mentalhealthscreening.org/highschool/
-Conciencia del Suicidio, Voces de Educación (Suicide Awareness/Voices of Education, SAVE), www.save.org
-Departamento de Salud y Servicios Humanos de los EE. UU. (U.S. Department of Health and Human Services), Estrategia nacional de prevención del suicidio, http://www.mentalhealth.samhsa.gov/suicideprevention/ 

1. El suicidio juvenil es un problema de salud pública grave.
En 2013, 5264 jóvenes murieron debido al suicidio, y el suicidio fue la segunda causa principal de muerte en jóvenes de 10 a 24 años en los Estados Unidos. En la encuesta sobre conductas de riesgo en los jóvenes (Youth Risk Behavior Surveillance Survey) de 2013, el 17 % de los estudiantes de nivel secundario del país informaron haber considerado seriamente el suicidio y el 8 % informó haber intentado suicidarse el año anterior.


2. El suicidio puede evitarse.
Los jóvenes que consideran el suicidio con frecuencia muestran señales de advertencia con respecto a su angustia y tienen dudas genuinas sobre el deseo de morir. Lo más importante es nunca tomar estas señales de advertencia a la ligera ni prometer guardar el secreto. Los estudiantes, los padres y el personal de la escuela son los guardianes de los jóvenes y pueden tomar medidas específicas para salvarles la vida.


3. Factores de riesgo del suicidio.
Algunas características asociadas con el aumento del riesgo de suicidio juvenil incluyen las siguientes:
 Enfermedad mental, incluida la depresión, trastornos de comportamiento y abuso de sustancias.
 Intentos anteriores de suicidio.
 Aislamiento y soledad.
 Automutilación no suicida (p. ej., cortarse o quemarse).
 Desesperanza.
 Impulsividad.
 Estrés familiar, disfunción, antecedentes de enfermedad mental o suicidio.
 Riesgos ambientales, incluida la presencia de armas de fuego en el hogar.
 Crisis situacional (p. ej., pérdida [pérdida del romance, la dignidad o la muerte de un ser querido, especialmente si se debió a un suicidio]; acoso escolar u hostigamiento; medida disciplinaria severa o crisis académica; abuso físico o sexual o ser testigo de violencia familiar; el suicidio de un compañero).

 

4. Señales de advertencia de suicidio. La mayoría de los jóvenes suicidas demuestran comportamientos observables que indican su pensamiento suicida:
 Amenazas suicidas en forma de declaraciones directas (p. ej., “Voy a suicidarme”, “Quiero morir”) e indirectas (p. ej., “Quisiera poder quedarme dormido y no volver a despertar”, “Igualmente, nadie me extrañaría”), incluidas declaraciones realizadas a través de redes sociales.

 Notas y planes suicidas (incluidas las publicaciones en línea).
 Hacer arreglos finales (p. ej., obsequiar posesiones preciadas).
 Expresar preocupación por la muerte en conversaciones, por escrito, en dibujos y en las redes sociales.
 Cambios de comportamiento, apariencia, pensamientos y/o sentimientos.

 

5. Hay factores de protección que pueden suavizar los efectos de los factores de riesgo. Estos pueden incluir apoyo familiar y de compañeros, conexión con la escuela y la comunidad, habilidades para resolver problemas de manera saludable y un fácil acceso a servicios médicos y de salud mental eficaces.

 

6. Los jóvenes vulnerables pueden ser capaces de recuperarse.
Hay tratamientos eficaces para todos los factores de riesgo que contribuyen al suicidio juvenil.

 

7. Las escuelas desempeñan un papel importante en la prevención del suicidio juvenil.
Los niños y los jóvenes pasan la mayor parte del día en la escuela, donde hay adultos comprometidos y capacitados disponibles para ayudarlos. Las escuelas necesitan personal de salud mental capacitado y procedimientos claros para identificar e intervenir a estudiantes en riesgo de comportamiento suicida.

 

8. Todo el personal de la escuela debería trabajar para crear un entorno en el que los estudiantes se sientan seguros.
Los miembros del equipo de salud mental y de crisis de la escuela son responsables de realizar evaluaciones de riesgo de suicidio, de advertir/informar a los padres, de proporcionar recomendaciones y derivaciones a servicios comunitarios y, con frecuencia, de proporcionar asesoramiento y apoyo de seguimiento en la escuela.

 

9. La colaboración entre las escuelas y los proveedores comunitarios es fundamental.
Establecer sociedades con las agencias comunitarias de salud mental locales ayuda a conectar a los estudiantes con los servicios que necesitan de manera oportuna y ayuda a facilitar el reingreso a la escuela.

 

10. Nunca ignore ni mantenga la información en secreto.
Los compañeros no deben acordar mantener los pensamientos suicidas de un amigo en secreto; en su lugar deberían contarle a un adulto, como a los padres, al maestro o al psicólogo escolar. Los padres deberían buscar ayuda en los recursos de salud mental de la comunidad o la escuela lo antes posible. El personal de la escuela debería llevar al estudiante ante el administrador o profesional de salud mental de la escuela designado. ENLACE A OTRO DOCUMENTO

 

11. Busque ayuda inmediata si una amenaza de suicidio parece ser en serio.
Llame al 911 o a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio (National Suicide Prevention Lifeline) al 1-800-273-TALK (8255).

 

Recursos sugeridos:
 Línea Nacional de Prevención del Suicidio al 1-800-273-TALK (8255) para obtener ayuda en casos de emergencia.
 Fundación Estadounidense para la Prevención del Suicidio (American Foundation for Suicide Prevention, AFSP) para obtener información adicional y apoyo para los supervivientes.
 Recursos y apoyo del proyecto Trevor para jóvenes y Lesbianas, Homosexuales, Bisexuales, Transgénero y Minorías Sexuales (Lesbian, Gay, Bisexual, Transgender and Queer, LGBTQ).

1. El duelo no solo está relacionado con la muerte de un ser querido. Los síntomas, las características y el proceso del duelo pueden ser similares a otros tipos de pérdidas (p. ej., divorcio, transición, mudanza).

 

2. El duelo es personal. No hay una manera correcta o incorrecta de hacer un duelo. La forma en que las personas hacen su duelo puede estar influenciada por el nivel de desarrollo, las tradiciones culturales, las creencias religiosas, la salud mental, las incapacidades, la familia, las características personales y las experiencias anteriores.

 

3. Por lo general, el duelo se caracteriza por la tristeza, el dolor emocional y la introspección en el caso de adultos. Sin embargo, las reacciones relacionadas con el duelo en el caso de los niños varían según la edad y el nivel de desarrollo:

○ Educación preescolar: comportamientos de regresión, menor verbalización, mayor ansiedad.

○ Educación elemental: disminución del rendimiento académico, la atención/concentración y la asistencia; irritabilidad, agresión y comportamientos disruptivos; manifestaciones somáticas; problemas para dormir/comer; aislamiento social; culpa, depresión y ansiedad; narrar repetidamente el evento.

○ Educación media y secundaria: disminución del rendimiento académico, de la atención/concentración y la asistencia; evasión, aislamiento, comportamientos de alto riesgo o abuso de sustancias, dificultad en las relaciones con compañeros, pesadillas, recuerdos recurrentes, insensibilidad emocional o depresión.

 

4. El duelo no sigue un orden cronológico. Las escuelas deberían conocer los aniversarios, los cumpleaños, los logros de desarrollo y otros factores que podrían afectar a los estudiantes meses o años después de la pérdida.

 

5. El duelo implica alcanzar etapas específicas. Es probable que las personas experimenten (y con frecuencia vuelvan a experimentar) algunas de las siguientes adaptaciones/respuestas o todas ellas:

○ Aceptar la muerte.

○ Experimentar sentimientos y dolor emocional relacionados con la muerte y la separación de la persona fallecida.

○ Adaptarse a cambios y a un entorno alternativo que ya no incluye a la persona fallecida.

○ Encontrar maneras para recordar o conmemorar a la persona fallecida.

 

6. El duelo es una respuesta normal a la pérdida, pero es posible que requiera algo de ayuda. Se debe proporcionar ayuda adicional cuando suceda lo siguiente:

○ Pérdida marcada de interés en las actividades cotidianas.

○ Cambios en los hábitos de alimentación y sueño.

○ Deseo de estar con el ser amado fallecido.

○ Miedo a estar solo.

○ Disminución significativa del desempeño y los logros académicos.

○ Aumento de manifestaciones somáticas.

○ Cambio en los patrones de asistencia (p. ej., ausentismo crónico).

 

7. Cosas que se deben evitar

■ Eufemismos para referirse a la persona fallecida, como “está durmiendo” o “se fue”.

■ Declaraciones que minimicen la situación, como “solo era tu bisabuela, (o perro, vecino, etc.)”.

■ Predecir un plazo de tiempo para finalizar el proceso de duelo, como “ha pasado un mes, deberías estar superando esto” o “el dolor desaparecerá pronto”.

■ Identificarse (p. ej., “Sé cómo te sientes”).

■ Dar demasiada información sobre uno mismo (p. ej., mi madre murió de cáncer), ya que no todas las personas manejan ese tipo de información personal de la misma manera y el enfoque debería permanecer en el duelo del estudiante.

 

8. Cosas para hacer

■ Mantener la rutina lo más normal posible.

■ Hacer preguntas para cerciorarse de que el joven comprende el evento y su estado emocional.

■ Darle permiso al joven para hacer el duelo.

■ Proporcionar respuestas adecuadas para la edad y el nivel de desarrollo.

■ Conectar a la persona afligida con profesionales útiles y otros mentores y adultos de confianza.

■ Alentar a los estudiantes para que adopten estrategias de adaptación, en especial las que implican interacción con otros estudiantes (p. ej., deportes, clubes).

○ Informar a los maestros y a las familias sobre lo que es un duelo saludable y cómo apoyar al estudiante.

 

Referencias y recursos

○ The Dougy Center (Centro nacional para niños y familias en duelo)
■ http://www.dougy.org/

 

○ Red Nacional para el Estrés Traumático Infantil (The National Child Traumatic Stress Network)
■ http://www.nctsnet.org/resources

 

○ Sociedad Americana contra el Cáncer (American Cancer Society)
■ http://www.cancer.org/treatment/childrenandcancer/index

 

○ Recursos para el manejo del duelo Sesame Street (Sesame Street Grief Resources)
■ http://www.sesamestreet.org/parents/topicsandactivities/toolkits/tlc/griefresources

 

o Alianza Nacional para Niños en Duelo (National Alliance for Grieving Children):
 http://childrengrieve.org/

 

o Coalition to support Grieving Students
 :http://grievingstudents.scholastic.com/

 

Para obtener más información sobre cómo ayudar a los niños a sobrellevar la pérdida, visite www.nasponline.org.

1. Los traumas son un problema grave.
La mayoría de los niños y adultos superan un acontecimiento traumático si reciben apoyo. En algunas personas, existe un riesgo mayor de que se produzcan reacciones traumáticas más graves. Entre los factores de riesgo, se pueden incluir: cercanía a un acontecimiento traumático, exposición a traumas en el pasado, abuso de sustancias o enfermedades mentales, aislamiento, estrés familiar, pérdida de un ser querido, factores adversos de la vida en comunidad (pobreza, violencia).

 

2. El impacto de los traumas puede ser duradero.
Los traumas pueden aumentar el riesgo de experimentar problemas psicológicos, emocionales (depresión o TEPT) o de comportamiento, abuso de sustancias, dificultades laborales o fracaso académico, inadaptación social y mala salud.
3. Reacciones comunes a los traumas.
Shock o incredulidad, miedo, tristeza, culpa o remordimiento, pena, confusión, pesimismo o enojo. En la mayoría de los casos, estas reacciones son temporales y disminuyen con el tiempo.

 

4. Señales de advertencia.
Si alguno de los síntomas descritos a continuación no disminuye con el tiempo, si tiene un impacto serio en la capacidad de la persona para participar en actividades normales o si se perciben cambios importantes, es posible que se necesite acudir a un profesional de la salud mental.

 Interrupción o aislamiento de las relaciones con otros

 Falta de energía o desinterés por actividades que antes se disfrutaban

 Disminución del rendimiento escolar o laboral, evasión de la vida escolar o laboral, o dificultad para concentrarse  Problemas físicos sin causa aparente (p. ej., dolores de estómago, dolores de cabeza)

 Ineficacia para enfrentar situaciones (consumo de drogas o alcohol, agresiones graves)

 Pesadillas constantes y mucho miedo a la muerte o violencia

 Juegos o charlas repetitivas en los que se recrean los acontecimientos traumáticos

 Trastornos alimenticios y del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño)

 Excitación elevada, situaciones en las que la persona se sobresalta fácilmente o se enoja con rapidez, nerviosismo, irritabilidad, agresividad

 Regresión en el comportamiento (chuparse el dedo, apego a otros, miedo a la oscuridad, adopción de la posición fetal)

 

5. Síntomas de reacciones emocionales fuertes.

 Mal genio o poca paciencia, arrebatos verbales

 Trastornos alimenticios o del sueño, síntomas físicos

 Agitación e inquietud

 Maltrato y golpes hacia otras personas, animales u objetos

 Deseo de hacer daño

 Sensación de pérdida de control de la propia vida

 Falta de concentración o períodos de atención reducidos

 Publicaciones en redes sociales en las que se expresa intolerancia o enojo

 

6. Puede recibir ayuda.

Si usted o alguno de sus familiares están pasando por una crisis, llame a los siguientes números:

Orlando Family Assistance (Centro de Asistencia Familiar de Orlando): (407) 246-4357, National Suicide Prevention Lifeline (Red Nacional de Prevención del Suicidio): 1 (800) 273-8255, SAMHSA Helpline (Línea de Ayuda de SAMHSA): 1(800) 662-HELP (4357), inglés y español

1. El trauma es un problema grave.

Alrededor de 35 millones de niños han experimentado al menos un evento que podría ocasionar un trauma infantil (Child and Adolescent, 2012).Alrededor del 72 % de los niños y jóvenes de los Estados Unidos habrán experimentado al menos un evento estresante (p. ej., serán testigos o víctimas de violencia; experimentarán abuso sexual, físico o emocional; sufrirán una lesión o una afección médica grave; sufrirán la muerte de un padre o hermano) antes de los 18 años (Deryck, Silver, & Prause, 2014).

 

2. El trauma puede tener un impacto duradero.

El trauma infantil puede aumentar el riesgo de sufrir problemas psicológicos, de comportamiento o emocionales (depresión o trastorno por estrés postraumático [TEPT]), abuso de sustancias, bajo éxito ocupacional o fracaso escolar, inadaptación social y mala salud.

 

3. Existen varios tipos de trauma, incluidos los siguientes:
 Violencia en la comunidad, doméstica y en la escuela.
 Abuso físico y sexual.
 Negligencia.
 Trauma complejo (varios eventos traumáticos y un impacto grave).
 Trauma de la primera infancia (cualquier evento traumático que experimenten niños de entre 0 y 6 años).  Trauma médico.
 Desastres naturales.
 Trauma debido al terrorismo, por ser refugiado o debido a encontrarse en una zona de guerra.
 Pérdida traumática.

 

4. Si un niño percibe el evento como amenazante, hay mayores probabilidades de que el niño quede traumatizado.
Estas percepciones de amenaza se ven influenciadas por (1) la naturaleza del evento de crisis en sí, (2) la exposición a la crisis, (3) las relaciones con las víctimas de la crisis, (4) las reacciones de los adultos ante el trauma y (5) una variedad de factores de vulnerabilidad individual/personal.

 

5. Factores de riesgo del trauma.
Ciertas características están asociadas con un aumento en las probabilidades de experimentar un evento traumático, como las siguientes:
 Proximidad con un evento traumático.
 Exposición pasada a un trauma.
 Problemas mentales actuales o pasados o la presencia de una discapacidad.
 Abuso de sustancias o enfermedad mental de los padres.
 Apoyo social limitado o aislamiento.
 Estrés familiar.
 Pérdida o miedo de perder a un ser querido.
 Características de la comunidad.
 Nivel de desarrollo.
 Nivel de pobreza.

 

6. Reacciones comunes al trauma:
conmoción o incredulidad, temor, tristeza, culpa/vergüenza, dolor, confusión, pesimismo o enojo. En la mayoría de los casos estas reacciones son temporales y disminuyen con el tiempo.

 

7. Señales de advertencia.
Si alguno de los siguientes síntomas no disminuye con el tiempo, si impactan gravemente en la capacidad del niño de participar en actividades normales o si se perciben cambios significativos, es posible que sea necesaria una derivación a un profesional de salud mental.
 Interrupción o aislamiento de las relaciones con compañeros.
 Falta general de energía o falta de interés en actividades que antes disfrutaba.
 Relaciones familiares tensas (aumento de mal comportamiento, atacar a miembros de la familia, negarse a participar en rutinas normales de la familia).
 Disminución del rendimiento escolar, evitar ir a la escuela, dificultad para concentrarse.
 Quejas físicas sin causa aparente.
 Sobrellevar de manera inadecuada (uso de drogas o alcohol, agresión grave).
 Pesadillas recurrentes e informar miedos fuertes a la muerte, la violencia, etc.
 Representar de manera repetitiva los eventos traumáticos.
 Baja autoestima, hablar de manera negativa de uno mismo (si esto no era aparente antes del trauma).
 Problemas para dormir (dificultad para quedarse dormido o permanecer dormido) y para comer.
 Mayor estimulación (asombrarse fácilmente o enojarse rápidamente), agitación, irritabilidad, agresividad.  Regresión del comportamiento (succión del pulgar, micción nocturna, dependencia, miedo a la oscuridad).

 

8. Las escuelas desempeñan un papel importante para disminuir el impacto de un evento traumático en un niño.
Los niños pasan la mayor parte del día en la escuela, donde hay adultos comprometidos disponibles para ayudarlos. Los educadores pueden ayudar a los niños al proporcionarles la estructura de una rutina habitual, al brindarles un lugar seguro donde compartir las inquietudes, al estar atentos a las pistas en el entorno que puedan desencadenar una respuesta traumática y al ofrecer apoyo adicional.

 

9. Hay ayuda disponible.
Hay líneas directas en caso de crisis para una amplia variedad de eventos traumáticos, como abuso infantil y violencia doméstica. Además, hay varias intervenciones específicamente diseñadas para abordar los síntomas relacionados con el trauma.

Abuso sexual infantil: 1-888-PREVENT (1-888-773-8368)

Víctimas de crímenes: 1-800-FYI-CALL (1-800-394-2255)

Violencia doméstica: 1-800-799-SAFE (1-800-799-7233)

Jóvenes fugitivos o sin hogar: 1-800-RUNAWAY (1-800-786-2929)

Prevención de suicidio: 1-800-273-TALK (1-800-273-8255)

 

Referencias:

Child and Adolescent Health Measurement Initiative.(2011/12).National survey of children’s health. [Data Query].Tomado de www.childhealthdata.org/browse/survey?q=2257&r=1

Deryck, F., Silver, R. C., & Prause, J. (2014). Examining adversity in the lives of adolescents: An analysis of a nationally representative sample. Unpublished research memorandum.

 

Recursos sugeridos:

 The National Child Traumatic Stress Network, http://www.nctsn.org/

 Helpguide.org, http://www.helpguide.org/articles/ptsd-trauma/emotional-and-psychological-trauma.htm

 Adverse Childhood Experiences (ACE) Study, http://www.cdc.gov/violenceprevention/acestudy/ National Center for PTSD, http://www.ptsd.va.gov/

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